jueves, 31 de diciembre de 2009

tres uvas

No hay balances de fin de temporada, no hay sumas ni restas, para qué, si sabemos que en el corazón los números son rojos. No hay reclamos ni arrebatos de ira -o de dicha- ni con dios ni con el diablo. Para mañana no hay mañana, ni ideas, ni planes o proyectos. No hay esbozos ni trazos, pues no hay imaginación que guíe el lapiz. El pronóstico del clima pinta días grises con frío al interior, y en la quilla de las naves, en las pocas que no se han quemado aún, el cielo se observa cerrado de aquí hasta el horizonte. En los diarios clandestinos se anuncia que nos han robado la primavera en diciembre, y por si fuera poco, se teme una epidemia de tristeza en la ciudad.
Así las cosas, pero brindo bohemios, por las cosas chidas que se dieron en los alrededores: un cambio de estado civil en feisbuc, una tesis de Bolaño, un exitoso trabajo de campo en Chenalhó, una obra taquillera, una beca, una chamba en el inba. Brindo bohemios, porque el año les pinte agusto, porque las felicidades sean más que las desdichas, porque sean más las bienvenidas que los adioses.
Esta noche bastan tres uvas: la primera, porque el de arriba le conceda salud a mi vieja nata; la segunda, porque esa mujer sea muy feliz, que bien lo merece; y la tercera, porque a ustedes, bohemios, la vida les sea muy grata.