Es una noche linda, relinda, con la lluvia vuelta gotas que brincan aquí y allá, una luz que brinda refugio y esta mesita casi a la intemperie. Es una noche alegre aunque no hay nadie que ría; no hay nadie, y a la vez están los que siempre están. Me siento bobo porque el cariño se me sale por los poros, y entonces es como si alrededor de esta mesita de madrugada estuvieran las personas que quiero tanto. Miro a la bella Nata sonreirme y me hundo en la bondad de esos ojitos cálidos y tiernos. Como te quiero vieja, como te siento tan cerca, tanto que casi puedo pasear los dedos por las arruguitas de esas manos que siempre besé. Gracias por venir, mi corazón. Mira, están mis amigos, los que se han bancado muchas tardes de café y muchas jornadas menos afortunadas, como los grandes, aguantando siempre la rabia y la tristeza, siempre colocando la mano en el hombro y celebrando las risas y los silencios. A ellos vieja, sin mentirte, les debo la vida.
Todos te echamos de menos, los que conociste y los que, por las prisas del viaje, no pude darme el gusto de presentarte, pero que han escuchado tanto de lo bella que eres que te quieren igual. A ella le conoces de siempre, porque nuestra amistad es vieja y fuerte como los árboles de grandes sombras. A ella le dijiste que niña tan linda cuando le conociste, y mira, ellos son mis carnales, unos chairos que me encontré en Tlacotalpan y que no te quisieron despertar aquella noche. Su cariño es de las cosas más grandes que me han pasado en la vida, y seguro has visto lo que han hecho por mí. ¿Los otros dos pelotudos? andan por ahí, hace rato que no les veo, pero ahí siguen los chavales, echándote de menos. ¿Los demás? y no sé vieja, andarán caminando por senderos que les llevaron lejos, tu sabes cómo es esto, pero igual te mandan saludos. Ahora vieja date la vueltita por casa y dale un beso a los demás, que no me perdonarían si se enteraran que has pasado a saludarme. Asómate un poco a sus sueños para que veas que siempre te sueñan en cosas bonitas. Les harás tan felices.
Gracias por venir vieja, me has inundado el corazón de caricias y de flores. Abraza a la Negra y a la abuela Manuela y ven siempre que puedas, que siempre tengo un beso que te está esperando. Siempre.
Te quiero
ResponderEliminarGracias Nata por visitar al flaco
yo te quiero y lo que le sigue, bien lo sabes. gracias a ti y al gordo por tanta cosa linda. son lo más
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