El pequeño dolor que me rebota en algún rincón impreciso de la cabeza, la pesadez del cuerpo, el sueño que sutilmente me cubre los párpados, todo es distinto. Es un cansancio agradable, que resbala lento por cada poro, como un abrazo que me toma suavemente y me dice para flaco, esta noche no. Le explico que tengo que leer, que no entregué el reporte de tal libro, que, que... no le importa nada, no escucha razones y no me da la gana pelear con él, no hoy. Qué carajo, hoy o mañana Weber seguirá siendo una tenebrosa fortaleza impenetrable, Elias, más amable, comprenderá el desaire, Geertz estará ahí cuando despierte y O'Gorman continuará sus rabietas contra Colón esta noche o mañana. En europa oriental las naciones se seguirán formando y los griegos serán un día más la cuna de todas las historias. No te lo tomes tan en serio, me recuerda; no pasa nada, puedes dormir y las cosas seguirán igual mañana. Afuera, entre los juegos del viento, el mundo rueda tranquilo y calladito.
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