La cosa está así. Veré cuanto se puede escribir en lo que dura un cigarrillo, en estos tiempos en que todo parece imponer la economía del tiempo. Además hace rato ya que tengo demasiadas palabras para decir tan poca cosa, y cuando hay alguna cosa que contar se esconden las palabras. Por eso lo mejor tal vez será no perder demasiado tiempo en estas pavadas.
Por estos días de nuevo puedo pagarme el lujo de leer a Onetti, el uruguayo aquel tan enterado en el drama de los escenarios polvorientos, en el mar de vida o de miseria que radica en una charca, y que sólo espera quien sea digno de contarlo. Nadie como él para hacerlo.
Me resulta indigno dedicarle los ratos del metro o el microbús a su lectura, a él, que por la belleza de su lenguaje siempre amerita un estupendo expreso doble. Lo siento viejo, así las cosas. Entre las tristezas pequeñas y viejas que dan forma a las calles de Santa María encuentro esto:
"yo, éste al que designo éste, al que veo moverse, pensar, aburrirse, caer en la tristeza y salir, abandonarse a cualquier pequeña, variable forma de la fe y salir." Me encuentro.
Ocho pitadas en 9.12 minutos.
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