Sabes, la vida se me ha hecho un poco más chiquita sin ti, como si a las horas, vacías ya de por sí, se les hubiera escapado el último reducto vital. Más chiquita, que es una manera de decir que se me ha vuelto mucho más absurda de lo que ya era.
El sábado pasaron Pito Pérez, la de Tin tan. La vi solo, sabiendo que quince días atrás la hubiéramos disfrutado juntos. Si recuerdo bien, alguna vez discutimos sobre este tema tan delicado, tu te inclinabas por la de López Tarso mientras yo defendía la del Tin tan. Me hiciste falta para decirte -ah, y ese Andrés Soler cómo me cae bien-; quise preguntarte si habías leído el libro y si aún lo recordabas, pensando ya en correr por él y leerte un par de episodios, pero al voltear me golpeó tu vieja silla vacía. ¿Ahora a quien le digo lo mucho que me gustaba Marga López? ¿con quien puedo hablar de lo mami que era la Elsa Aguirre? Y así se me van quedando mudos los días, con estas palabras bobas que ya no has de escuchar.
Dan casi las cuatro de la mañana, con esta obscuridad plagada de grillos y silencios cotidianos, y aquí estoy vieja, pensando en la falta que me haces. En estos tiempos se me ha juntado una bola de cosas que se atoran en la garganta; a buena hora se te ocurrió echar a correr. Disculpa vieja, es una madrugada triste, y todo lo que quisiera es un poco de paz interior entre tanta tristeza. ¿Donde andarás? Saúl dice que te toca volver sobre tus pasos a cada uno de los lugares que fueron significativos en tu vida, así que avisa cuando vienes vieja, prometo hacer café.
Estoy cansado nata, tan cansado de todo. Se buena y dame un poco de tranquilidad. Siéntate aquí junto a mí, fumemos en silencio y escuchemos el claro de luna de Debussy, mientras la noche se acurruca en las sombras.
Caray, cómo me hacen sufrir tus letras.
ResponderEliminarTe mando un abrazo grande que por estas fechas, sabes que es lo único que me queda.
Ay Querido Dan.
ResponderEliminarQué doloroso texto. Se siente a lo que dices con la voz un poco entrecortada cuando hablas (de lo poquito que escuché).
Lamento nuestra coincidencia y lamento mucho tu tristeza. Te mando grandes abrazos y, si de algo sirve, un gran amuleto sólo para ti. Para que te pase todo lo que tú deseas.
Ojalá un día nos veamos y tomemos café y fumemos cigarros.
Con todo mi cariño,
Karla
Hace poco volví a escuchar una frase tan cierta como la verdad, puedo sentir tristeza por tí (porque te quiero tanto) pero no tu dolor; decirte que imagino o comprendo lo que estás pasando sería mentir, nunca he vivido una despedida definitiva.
ResponderEliminarLo que recuerdo es que cuando te escuchaba hablar de tu abue se te iluminaba el rostro y por lo que te oía decir comprendía perfectamente que ella era uno de los motivos por los cuales tú eres una gran persona. Tengo la certeza de que siempre estuvo orgullosa de tí, no puede ser de otra forma.
No hay palabras, una vez más no las encuentro, solo puedo ofrecer lo que ya sabes, una tarde, una banca y un abrazo infinto.
Te quiero muchísimo Danielo, te quiero.
Qué gusto que esas poquitas palabras tengan sentido, realmente me alegra escucharlo. Y espero que esa ausencia no duela tanto; ojala su recuerdo sea un salto ligero hacia una habitación tranquila de la memoria, donde los objetos y los rostros que la habitan, nos eviten olvidar que hay personajes, que a pesar de su no estar, no dejan de estar eternamente presentes dentro de nuestra existencia.
ResponderEliminarSaludos!