martes, 18 de mayo de 2010

palabras al viento

Tarde de viento, de ese que barre recuerdos.

¿Qué queda de nosotros,
si cuando se pone ese sol que ya brilló una vez,
cuando se instala la suave obscuridad de la tarde,
nuestras palabras han perdido todo sentido?

Tras el vendaval, escarbo en los papeles regados aquí y allá, esos que se amarillaron en el correr de los años y que ahora resultan tan ajenos, tan carentes de sentido. Cuentan historias en lenguas ya olvidadas, incomprensibles, con palabras que ahora están tan huérfanas. Por eso en los códices las palabras son vírgulas suspendidas en el aire, porque están hechas para volar, para que cuando todo se vuelva mentira tan sólo se pierdan en el viento, como pajarillos tristes que emigran al sur para jamás volver. 
Que absurdo es intentar encarcelar palabras de promesas y de sueños en rejas de papel, para que no se escapen, para que perduren. Se quedarán ahí, es cierto, en las sombras de una cajita donde no conocerán el tiempo, pero afuera la vida sigue, y esas pobres palabras no se enterarán de lo inútiles que se han vuelto, hasta que un día, uno demasiado tarde como éste, alguien abra la cajita y las libere, y será tan triste para ellas descubrirse en sus trajes roídos, recordarse tan vivas como flores de colores y verse ahora decrépitas y marchitas. Se preguntarán cómo pudo haber pasado, cómo, si apenas hace un instante estaban tan llenas de esperanza. ¿Cómo? ¿Donde está la mano que las escribió? ¿Quien las dejó caer? y dará pena verlas bajar la mirada, avergonzadas de lo que alguna vez fueron.     
Por eso aquellos que son listos saben que cuando el demasiado tarde llega, lo único que queda por hacer es prender fuego a las prisiones, dejar que las promesas ardan en la pira de un acto de fe, para que las palabras se eleven con el humo y vuelvan a ser libres de volar, hasta perderse en cielos del pasado, de donde nunca debieron haber salido.  

1 comentario:

  1. que ironía que esas palabras que dejas ir libres como un torbellino de palomas cambien su curso y se estampen contra mi sentido y me den un remezón en el corazón....
    (asi se despide Teillier en un poema...me lo recordaste)
    "palabras, palabras –un poco de aire
    movido por los labios— palabras
    para ocultar quizás lo único verdadero:
    que respiramos y dejamos de respirar."

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