sábado, 16 de julio de 2011

caricia sobre las alas del viajero

Me ando pensando mucho en vos, en el coraje que se necesita para ser como vos. Empacar un par de recuerdos como hojas secas entre las páginas de un libro, atar los broches de la mochila, y llevar hasta sus últimas consecuencias el hambre por perseguir la vida. Saltar, de tren en tren, de historia en historia, con el corazón dando tumbos, cantante, abierto al viento y al aguacero. Hace falta coraje para vivir así, con el billete de ida en el bolsillo y los zapatos coleccionando el polvo de los caminos, coraje para decir adios, para prometer un hasta luego.
Me vengo pensando mucho en ti y en tu nuevo salto, en los saltos que has dado, dibujando piruetas en el cielo. Me gusta tanto imaginarte rodeada de hormigas -¿o eran abejas?- gigantes en los colores de una calle en Barcelona, allá donde fuiste tan feliz. Te veo en Marruecos, nadando entre las aguas de un mar de murmullos incesantes del mercado. Te siento en Baires, en esas tardes en que estabas enfadada por los disgutos cotidianos del trabajo, pero todavía sonreías y soñabas con los versos de Pizarnik. Ahora pones norte al sur, a llenar tus noches de bossa, ¿no olvidas nada? ¿has guardado ya los cariños que siempre te acompañan? ¿y la cámara? ¿y la curiosidad? ¿empacaste los besos que te faltan por regalar? ¿los abrazos para los nuevos amigos que aún no saben que lo serán? Viaja ligero compañera, deja un espacio muy grande en la mochila para los recuerdos que traerás a la vuelta, las memorias que agrandan la vida como decía el viejo Bioy, y para esas tantas historias que tendrás que contarme en el siguiente bar, en una parada futura a un costado del camino.

Pienso en vos Alex, en la bocanada de esperanza que llena tus pulmones justo ahora, a unas cuantas horas de partir y sonrío, mirando el cielo pardo que se estanca en mi ventana. Pienso en vos y las agallas de todos aquellos que como tú se han jugado en la aventura. Pienso en la linda Laura, esa bella entre las bellas que barría los cabellos en una peluquería mientras veía los grandes almacenes al otro lado de la acera, entre la bruma de Londres. Pienso en Goico y Andrea, en Erasmo y en Vivi, con su monoambiente donde no cabían tres, pero que era la casa de todos, nuestra Bogotá en Villa Devoto, y claro, en Matteo y sus cartoneros, comiendo empanadas para guardarse la poca plata mientras soñaba con ser periodista. Pienso también en los amigos que abandonaron pasados y certezas persiguiendo una duda acá en México, en todas las veces que los he visto platicar la soledad y la nostalgia, aguantando con unas pocas monedas en el bolsillo, siempre aguantando. La Javi y esa tarde relinda que no alcanzamos a pagar unos esquites, la Aleja, chiquita, aguantando temporal, la Dani siempre mirando al sur y el Cami y la Marita jugando al milagro de los panes y los peces. Pienso en todos ustedes, compañeros de ruta, que han hecho del lejos y del cerca un sólo y relativo modo de andar por la vida, siempre generosos en el cariño, y siempre con un fragmento de la sonrisa anclado en otro lado. 

Ustedes son aves con alas demasiado inquietas para estar enjauladas. Les quiero y les admiro porque viven presas del embrujo de dejar todo y largar, sólo largar. Con unos me une la certeza de encontrarlos de nuevo, con otros me ata la resignación de extrañarlos y la esperanza en que el azar me regale otro de sus abrazos. Con todos el placer por sentir el viento en el rostro. Mientras tanto la tarde desfila con su andar cansino, y mirándole me digo que ojalá que estuvieran aquí, donde quiera que eso sea. 

1 comentario:

  1. Y por las rutas que nos falta emprender... sobre todo aquellas que compartiremos.

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