miércoles, 30 de septiembre de 2009

la p m que lo parió

Si escribiera lo que estoy pensando justo ahora, comenzaría diciendo La puta madre que lo parió...
Pero en vista de que suena fuerte y que no hay que perder la compostura, mejor contaré la historia de cómo una librería me robó, además de la ilusión de comprar un libro, un día entero de mi vida y una ilusión aún mayor.
Lunes 28 de septiembre. Hay sol y eso ya es de festejarse, y lo hago decidiendo que caminaré hasta la Biblioteca Nacional, sitio donde me entretengo leyendo un diario de 1871. Saliendo de mi casa pasa el bus, que en 25 minutos me deposita tranquilamente en la esquina de la biblio, pero no, me digo, el bus es de pusilánimes, enciendo el primer cigarrillo y comienzo a caminar, pues sólo a pie se conocen las ciudades. Cuando llevo 20 de las 29 calles que debía recorrer (tengo mi guía justo ahora), veo en la otra acera la librería Paidós, sobre Santa Fe. Por supuesto entro y por supuesto cuando me doy cuenta ya tengo un par de libros en la mano, por supuesto de literatura. el vendedor me rompe el corazón con el precio: 56 mangos, que no es excesivo, pero para un tipo cuyo capital se reduce a 70 para tres días hasta que depositen la beca, es simplemente privatorio. Así que regreso los cuentos de Felisberto Hernández al estante, a dormir el sueño de los justos, mientras que mentalmente juro que volveré por la revancha. Al salir, un cartel se me cruza en el camino: Congreso Internacional Ciudades Latinoamericanas. Vaya, no suena mal; veo las instituciones y que organiza la UBA, bien; veo las categorías: uy, una es de historia y arquitectura, la cosa mejora bastante. Ahora veo las fechas: envío de resumen, hasta el 30 de agosto, envío de ponencia, 30 de septiembre.
Recorro las restantes nueve calles pensando que sí, que hace tanto no presento nada, que puedo sacar hasta tres posibles temas para presentar, que ya estás peinado pa tras pinche flaco. Llego a la bilio y, tras esperar una hora, resulta que las máquinas de microfilm (ambas dos) no las aflojarán quienes las están ocupando, pues son investigadores -uno de ellos me ve con suficiencia, como pensando jo pendejo, te gané. Carcacha y se te retacha güey.
Martes 29: paso el día en la biblio, y me regodeo con seis horas de microfilm pensando en el pelotudo del día y el parágrafo anterior. No dejo de pensar en la ponencia. Por la noche, hasta las tres y media, busco y rebusco como armarla.
Miércoles 30: despierto tarde y me lo reprocho al instante. Tiendo mi cama (acá lo hago religiosamente todos los días, me doy asco por mustio), preparo huevos a la mexicana, como todos los días (no se me ocurre o no tengo ingredientes pa otra cosa) (pd. mi reino por una guajolota de dulce y un atole), como en chinga, me calzo mi paliacate y me siento a la máquina.
Salí una vez, a comprar 250 gr. de café con los chinos de junto, otra a las 8 de la noche a comprar tres pedazos de pizza, dos veces me levanté para ir a ciertos menesteres privados y tres a la puerta para fumar (una de ellas, lo confiezo, me crucé la calle pa tomar el sol). A las 9:46 mandé la ponencia (no cambié el reloj de la compu, así que acá eran las 11:46), con un buen sabor de boca por haberla terminado en un día y con el sacrificio-penitencia de no fumar en la máquina. En el correo, claro, me deshago en disculpas y lambisconerías, esperando un poco de suerte y condescendencia, esperando que consideren que la convocatoria de su congreso internacional nomás llegó hasta Mar del Plata. Justo llega Matteo, mi camarada italiano de habitación, llevando en brazos una Quilmes y empanadas -siempre come empanadas por ser varas-, en el momento que acabo de enviar el correo. Me cuenta su día, de los cartoneros con los que anduvo platicando. Este Matteo es un chévere.
Veinte minutos más tarde, en la charola de entrada, veo la respuesta:
Daniel: nos gustaría mucho seguir incluyendo gente. Pero dada la gran cantidad de expositores y el poco tiempo que tenemos para desarrollar el congreso, no podemos seguir incluyendo expositores. si te interesa, de todas formas podés participar del congreso como asistente.Si es así, envianos nuevamente la ficha de inscripción con los datos requeridos para los asistentes.Mil disculpas.Saludos.pablo.
Matteo ve como se me descompone el semblante y no duda en obsequiarme con un trago de su Quilmes. No volveré a entrar a ninguna librería en mucho tiempo. La puta madre que lo parió.

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