jueves, 31 de diciembre de 2009
tres uvas
sábado, 28 de noviembre de 2009
manuscrito encontrado en Córdoba (y Callao)
miércoles, 30 de septiembre de 2009
la p m que lo parió dos veces
que la policía gorila arrestó opositores que protestaban contra los golpistas hijoeputas en honduras...
que la inteligencia gorila de la interpol, todos unos hijoeputas, publicaron la foto de lucía en los más buscados.
pero que grandísimos hijos de la chinagada se encuentra uno en los periódicos.
pero que falta de respeto... que atropello a la razón!
aguante lucía!!!!
la p m que lo parió
viernes, 25 de septiembre de 2009
de los múltiples míticos mágicos significados del paliacate
¿Que un porteño jamás lo usaría?, bueno, supongo que tampoco puedo decir que en el salvaje mundo de gente comecorazones al que pertenezco, el paliacate sea una prenda común. Básteme rememorar aquella bonita ocasión en que, por llevar paliacate y malaspecto -que no es o mismo pero es igual- en una mudanza allá por las Tolucas, una ñora y los vecinos del edificio me agarraron de su pendejo.
En México, quizá sólo lo use la banda en las manifestaciones, los trabajadores en el campo, los chavos de los diablitos en la central de abastos o los luchadores en Atenco. Quizá, fuera de estas circunstancias (el conocimiento empírico ha demostrado que ni siquiera los latinoamericanistas lo emplean), quien use paliacate en la vida cotidiana deba ser fodongo, un tanto exhibicionista, un poco ridículo o un poco conciente de que sus orejas lucen más ridículas con gorrita. Quizá, como un tipo que tiene no sólo uno sino dos paliacates, deba empezar a adoptar la historia del padre cazador del tatanca búfalo.
domingo, 20 de septiembre de 2009
yo, negras
El pibe miró hacia arriba y me dijo con cierto desdén, "bueno, él te va a ganar", señalando a un don como de sesenta tacos que ya caminaba hacia nosotros. A la primera ojeada estuve plenamente de acuerdo con el chavito, pero ya no era cosa de rajarse a pesar de saber que la causa estaba perdida de antemano. El don tenía esa mirada peculiar de los que otean la presa y van por ella. Seguro no le pareció muy bueno que me anduviera pasando de lanza con el chavito, así que se acerco tranquilo y me la cantó derecho. Pus como vas don -estuve a punto de soltarle el bonito "ya estas peinado pa'tras", pero seguro no hubiera comprendido- y empezó todo. Supongo que era el viento frío que calaba aquel día lo que me hacía temblar, eso y los nervios, la adrenalina que se pasea alegremente por el cuerpo ante el mínimo pretexto. El don, viejo lobo, no se alocó; como alguien que está acostumbrado a este tipo de encuentros callejeros, primero me midió, vio que en el fondo era malo, que era el típico gandalla de morros y se puso más entrón. Debo decirlo, aguanté vara, no era fácil, el don tenía mucha cancha y yo hacía mucho tiempo que no me enfrentaba a nadie, pero aguanté vara. El asunto iba bien, un toma y daca de lo lindo. Defensa arriba, no descuides la izquierda, creo que se va a abrir al siguiente ataque, no pierdas la cabeza. Los mirones se arrejuntaron, esperando ver como el viejo lobo -al que por lo visto ya varios conocían- corregía al chabón y le daba su estate quieto. En un momento me vi rodeado por esos rostros extraños y acechantes -sin duda esperaban su turno de ponerme en mi lugar-, con las manos agarrotadas por el frío y los nervios a punto de quebrarme. Levanté la derecha, ensayé una defensa desesperada y al instante supe que todo estaba perdido. El don lo supo también, tal vez lo supo antes que yo, tal vez vio mis nervios. Con la diestra tomó el caballo y amenazó a mi reina, mientra que su alfil quedaba en una diagonal perfecta con mi rey. Un golpe limpio, bien ejecutado, que me dejó plantado. consumatum est.
Cuando un tipo le preguntó al don quien había ganado, el don, con su cara de buen tipo y el tono de quien invita a volver, respondió "él, por generosidad, me dio ventaja y me regaló una pieza". Me calló bien desde el principio, con sus gafas caidas y su andar cansino. Tras varias partidas muy buenas, di las gracias al don y lo dejé ahí, en su puesto de libros de la plaza Congreso, con la certeza de que vendrá la revancha.
martes, 8 de septiembre de 2009
pibe! subí las manos cabrón!
lunes, 7 de septiembre de 2009
a hurtadillas
domingo, 5 de julio de 2009
¿como van a caber tantos sueños en una caja de cartón?
La colección de la nueva revista de filología hispánica reposa en una caja de Ariel, mientras que cerca de dos milenios de historia de América Latina cupieron en una caja de Classyta, cuchara pastelera. ¿Donde quedó Ricoeur? ¿y Boorstin con sus descubridores? ¿y Quino con sus monos? Recuerdo que mandé juntos al Moncho, a Del Paso y a Pacheco. Serna, el buen Enrique Serna que, desde la primera página se su Orgasmógrafo me dice "por el placer de encontrar un lector como tú" duerme esta noche en una caja de saldeuvas Picot.
Los últimos siempre serán los primeros, por eso los que cayeron en las cajas hasta el final fueron Borges, Bioy Casares, la Rayuela y los cuentos completos del cronopio, los relatos de Cercas. Tal vez me remordía la conciencia imaginarlos encerrados, sin luz, sin vida, como si fueran simple papel. Tal vez no quería llegar al día en que tuviera que despertar y darme de bruces con su ausencia. Seguro soy un lector anticuado y ortodoxo, que toma a los libros como esos amores de toda la vida; uno de esos que piensan la lectura inevitablemente ligada al café y los cigarrillos, pues leer y releer no es otra cosa que charlar con un viejo y querido amigo, y todo mundo sabe que no se charla sin el tabaco en el café.
martes, 30 de junio de 2009
la multitud errante II/II
Primero un departamento en el piso 800 de un destartalado edificio en la Jardín Balbuena, donde uno tenía que interrumpir la comunicación telefónica cada vez que un avión pasaba por el pinche escándalo. Año siguiente, un nuevo hermano y un departamentito en la colonia Relojeros, por la Viga y Churubusco, en un edificio más viejo que el anterior y oscuro como la chingada. Dos años más y va de nuez, ahora marchando al destierro en el norte de la ciudad (echando mano de la atinadísima expresión que le escuché a Francisco Hernández). Caímos en Tlalnepantla y cayó un nuevo hermano, bueno, hermana para ser precisos.
Tras conocer tres departamentos en la vulgarmente conocida Tlane, fuimos a parar hasta los confines del mundo conocido, en una colonia de cuyo nombre no me quiero acordar, esta vez sin un nuevo hermano y con un perro, lo que a mi juicio constituyó una gran innovación. Era 1995, yo caminaba con mi carita de pendejo en los pasillos del CCH Azcapo, al que acababa de entrar, hacía dos horas de ida y las respectivas de regreso escuchando a Martín Hernández en la gloriosa Radioactivo 98.5, y aprendía a convivir con un barro que se instaló por meses en mi nariz. De buenas a primeras, ¡zaz!, se murió el perro y nos pescó la de andamos huyendo Lola, y de un día para otro tuvimos que largar a la virreinal Puebla.
Viví en Puebla diez años, tiempo justo para hacer una vida con la Areli, una prepa y una licenciatura que más parecía técnica, en la buap. Allá se detuvo la tradición del andar a salto de mata y solamente tuvimos dos hogares, el último, donde actualmente reside mi bandera, con otros dos perros claro.
Uno siempre acaba regresando a los orígenes, por eso hace tres años que vivo en el defe, en el pisito que la Are y yo hemos construido como un hogar. Es difícil hacerse a la idea de comenzar una nueva mudanza, tan difícil que en lugar de empacar me siento a escribir posts interminables, mientras miro de reojo a la flaca que ríe frente a mí, en su pedo y en su chat con el Samuel. Sacando cuentas, he vivido en diez casas distintas, por eso hice la primaria en cuatro escuelas, por eso estoy acostumbrado a empacar mis mugres y agarrar rumbo en nuevos horizontes. Por eso me considero un chilango cabal, uno más en esa multitud errante que va de un lado a otro de la ciudad, cumpliendo con modernas historias que se deben escribir en códices con patitas y cerritos. Como los demás, entre mudanza y mudanza he aprendido a aceptar mi destino y a reconocer que el arraigo, para los que nunca han podido hacerse de una casa propia, se tiene hacia la ciudad misma, hacia la canalla ciudad.
domingo, 28 de junio de 2009
la multitud errante I/II
Supongo que esta sensación me viene de familia. Como tantas, como todas, mi banda se origina en las migraciones de la gente del campo que, escapando a la miseria rural, se inscribe en la miseria urbana de la gran capital de las primeras décadas del XX, apenitas después de la Revolución. La memoria se remonta a la bisabuela María Manuela, mujer nahuatlaca, de duro talante y mirada tristísima, que habiendo nacido en Acajete, Puebla, se me fue a casar allá por Veracruz. Tras algunos años de matrimonio y madriza, como mandaba el canon, una madrugada emprendió la graciosa huida con dos hijos propios y una endilgada (personaje de un futuro post), que el marido había tenido con una jarocha y después se la llevó a Manuela (hágame el cabrón favor), como también mandaba el canon. La bisabuela, apenas bilingüe, analfabeta y con tres lobeznos, llegó al defectuoso en los tiempos de mi general Elías Calles, con una mano atrás y otra adelante, a refugiarse en casa de una comadre donde a los tres días empezó a apestar. Cuenta la memoria oral que, desesperada y sin un quinto partido por la mitad, doña Manuela se sentó a llorar en la calle, y que la gente al verla tan desgraciada le tiró alguna moneda. La bisabuela pensó, si por no hacer nada me dan alguna ayuda, mejor vendo algo, y así comenzó a vender naranjas en una acera. Con los años el negocio progresó y cambió de giro, hasta vender dulces a la salida de un cine. En aquellos años de miseria, la bisabuela y sus chamacos cambiaron de residencia en varias ocasiones, de cuartito en cuartito y de vecindad en vecindad.
Corrieron las aguas del río, mi abuela Nata creció y un buen día tuvo que retirarse de los salones de baile a los que era fiel devota, al caer presa del matrimonio. Mi vieja, que era el azote de las pistas al compás de Pérez Prado, de Acerina y su danzonera y de Luisito Alcaraz, se fue a vivir con su respectivo -que por las cochinas ironías no gustaba del baile- a los rumbos de la colonia obrera, la “pobrera” pa' los cuates. Enclavada en el primer cuadro de la ciudad, la pobrera era una de esas colonias que los currutacos y petimetres porfirianos cedieron al leperaje, tapizada de vecindades de quinto patio, niños panzones y perros famélicos. En esta colonia, tan parecida al callejón del Cuajo de los Burrón, tan cantada por el buenazo del Chava Flores, el matrimonio y su creciente prole recorrieron varias moradas, que por no tener a mi vieja a un lado en este momento me veo imposibilitado de detallar. El chiste es que andaban del tingo al tango pues.
sábado, 27 de junio de 2009
en el reino de la infamia, Aristegui miente
Hace unos días, el lunes 22 de junio, Carmen Aristegui abrió su espacio radiofónico de MVS noticias al periodista Jenaro Villamil, para comentar el libro que este (articulista de cabecera de Proceso) acaba de lanzar al respecto del circo mediático que ha impulsado al siempre guapo gobernador del Estado de México, Enrique "golden boy las traigo muertas" Peña Nieto, para las presidenciales de 2012. Sobre el príncipe encantador, novio de la también encantadora gaviota, me ahorraré por el momento los comentarios, pues creo que todos coincidimos en que es un pobre pendejo, matón de poca monta. Mi molestia va sobre la respuesta de Televisa al respecto de tal entrevista.
Al día siguiente, los lectores de la prensa escrita a nivel nacional, se encontaron con el iracundo desplegado de Televisa en respuesta a lo dicho por Aristegui y Villamil. A plana completa, la televisora clamaba "Carmen Aristegui y Jenaro Villamil MIENTEN". El yo acuso del honorable consorcio televisivo arrancaba afirmando que "Grupo Televisa ha resistido paciente y tolerantemente los infundios que repetidamente se han divulgado sobre su desempeño" (las cursivas son mías; las mamadas son suyas), pero ante tanta injusticia, tanta malasangre que se ha vertido contra el honor de dicha empresa, "esta actitud no puede ni debe mantenerse". Punto por punto, la televisora, como el buen pastor, exhibía las cinco mentiras de ese par de gangsters del periodismo, y demostraba a su rebaño que su accionar ha estado siempre sustentado en la máxima de la verdad, la equidad y la imparcialidad. En tonos de la cruzada del bien contra las fuerzas malignas que amenazan a las conciencias inocentes, Televisa nos alertaba que periodistas como Aristegui y Villamil sólo se empeñaban en lapidar al justo.
En el reino de la infamia, ahora resulta que Aristegui y Villamil mienten (sí, parafraseando al señor López). !Cómo se atreve una empresa tan enlodada, tan repugnante como sólo lo pueden ser el SNTE, el PAN, la SCJN, el CEE y la otra televisora, a atacar a alguien como Carmen! ¿con qué cara nos vienen a hablar de la mentira? ¡Qué falta de respeto, que atropello a la razón! De Aristegui no hay nada que decir, pues los episodios que ha protagonizado hablan por sí mismos. Por mencionar tan sólo los más recientes: las llamadas del gober precioso y su cuate Kamel, destapar el fraude que se cocinaba con Hildebrando, dar cobertura a López Obrador, exhibir la mugre de la Ley Televisa, denunciar la pederastia en el clero mexicano, ser la única que denunció la violación y asesinato de Ernestina Ascencio a manos de las bestias del ejército, o la entrevista a De la Madrid. Pero no vale la pena siquiera mencionarlos puesto que lo último que alguien como Carmen necesita es que la defiendan.
Total, que sólo quería volcar un poco del coraje, decir por enésima vez que este pobre país estaría aún más jodido, mucho más, si no tuviéramos a Aristegui, y también por enésima vez gritar, aunque sea pueril, ¡Hijos de su chingada madre!
Para ver el mal chiste del desplegado:
http://www.elsemanario.com.mx/news/news_display.php?story_id=21850
Para ver la amplia y lúcida respuesta que dieron los alevosos Aristegui y Villamil:
jueves, 4 de junio de 2009
las cinco diferencias, o, "yeah baby"
Para darle sabor al asunto, no revelaré cual es el verdadero Austin Powers, y reto al lector. al muy ocioso lector, a que lo descubra.
Nota: si el Austin Powers de la izquierda tiene una de esas alocadas nenas de los setentas (obsérvese el cabello groovy) y el otro no, puede ser sólo un factor para despistar.
martes, 2 de junio de 2009
chinga, por eso quiero a mis amigos...
miércoles, 27 de mayo de 2009
lecciones del futbol de abajo
En un minuto, con el espíritu beisbolero de que “esto no se acaba hasta que se acaba”, los 13 del puebla (11 en el campo, el chelís y la sufriente fanaticada) vieron como se ahogaba todo el esfuerzo de una temporada que bien podría calificarse de gloriosa. En sesenta segundos se fundió la aventura de esta temporada, el anhelo y la esperanza que, más que de una ciudad, fue de todos los aficionados al futbol en México.
Minuto 89 y Verón, llegando por el costado en un descuido de la defensa poblana, metía un testarazo que dejaba sembrado a Villalpando en la desolación del arco profanado. A un minuto del final los Pumas resolvían un partido en el que se vieron ampliamente superados, línea por línea, por la franja, y con ello se colgaban al cuello un triunfo que no deja de tener un gusto amargo.
Verón, precisamente quien en el partido de ida contra los tecos en los cuartos de final casi le cuesta la eliminatoria a los de azul y oro, cuando en un lapsus de locura regaló un penal de un modo infame, y que en algunos minutos más tarde se haría expulsar. Ese mismo Verón, hoy se viste de gloria al encontrarse una pelota en el área chica. La dialéctica del juego.
De cierta manera quería escribir para rendir homenaje al Puebla, ese equipo que, temporada tras temporada, era el hazmerreír del torneo mexicano y una vergüenza para los poblanos, como el Gober, como la mochería decimonónica, como Gustavo Díaz Ordaz. Ese Puebla, que tras conquistar el campeonato en la temporada del ‘91, se vio sumido en la más terrible mediocridad, sin espíritu, sin mística, y con una directiva vulgar, enana, corrupta y rapaz -¿coincidencia o fiel reflejo de la clase política local?-, que logró permanecer en la primera división gracias a la trapacería de comprar al equipo que ascendía de la primera a, que trata a los jugadores como obreros a quienes paga casi a destajo y a destiempo –¿coincidencia o reflejo de las condiciones laborales que imperan en la Volkswagen y en las maquiladoras?-. A ese Puebla y su afición siempre mártir, siempre plañidera y resignada a vivir la humillación, es un equipo al que hoy se ve con total respeto.
Con un trabajo de zapa, desde abajo, un técnico que nunca pisó una cancha, logró conjuntar una onceava de individuos sin el gran nombre, sin cartel, o con alguno que otro que había figurado y después había venido a menos como Davino –quien por cierto jugó como un grande-. Chelís logró crearles una identidad y sacarles el orgullo por una camiseta, logró llevarlos a encontrar un futbol imaginativo, libre pero a la vez ordenado y bien ensamblado en el funcionamiento colectivo, que se atrevió a retar a los equipos de las grandes nóminas y jugarles de tú a tú, esos que hasta hace poco visitaban el Cuahutemoc para ganar por trámite. La franja, de la mano de un Chelís que anunció su salida del club por estar hasta la madre de la directiva, aprendió a jugar con dignidad y decoro.
El Puebla se plantó en la cancha universitaria para disputar la vuelta de la semifinal, sin su goleador Acosta y con la pesada lapa de tener que ganar por dos de ventaja. CU era una fiesta, el recinto al que acudían los feligreses para oficiar una misa de sacrificio. Pero ante el asombro de un estadio enmudecido, la franja se presentó para ganar, y durante casi 60 minutos estuvo calificado a la final del futbol mexicano. A tres minutos del pitazo último, los Pumas conquistaron su pase para luchar por su sexto título; con el gol de Verón, brinqué y grité como todos los de sangre azul, pero de inmediato reconocí que esa era un victoria pírrica, y más aún, injusta, espuria. Los que jugaron con corazón, los del futbol, fueron los del Puebla, pero la tabla de posiciones les jugó sucio. Al término del juego corrí a escribir estas líneas, a modo de disculpa y de reconocimiento para la franja, pues así como una victoria no se obtiene, sino se conquista, así el finalista es Pumas, pero quien conquistó ese partido fue el Puebla.
viernes, 22 de mayo de 2009
de chocolates y viejos barbones o de como Dios era porteño
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miércoles, 29 de abril de 2009
creer o no creer, he ahí el bicho
martes, 28 de abril de 2009
post en cautiverio (¡joder!)
¿Será la fuerza de las recomendaciones médicas que dictan aislamiento en la mayor medida posible? ¿Será que la ciudadanía está actuando responsablemente? ¿O será acaso el miedo al contagio? La palabra más repetida en los medios de comunicación es influenza, pero el verdadero nombre de esta epidemia es miedo: comenzamos a vivir con miedo a salir sin tapabocas, a tocar la mesa de un café o el pasamanos del metro, a tocarnos los ojos o sacarnos un moco, pero sobre todo tememos al otro, al pobre tipo alérgico al polvo que ha pasado a nuestro lado y no ha podido ahogar el estornudo, lo que lo delata como un peligro potencial. Recomendación médica: guardar 1.80 m de distancia entre transeúntes o, si es posible, viajar en una esfera de hámster gigante.
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La pregunta del día la escucho con López Dóriga: ¿mi perrito me puede contagiar de influenza?
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La buena: se conoce el código de la cepa de la llamada influenza porcina o influenza chilanga, lo que permitirá desarrollar una vacuna para el otoño, cuando venga la segunda oleada de la epidemia. La mala: la vacuna se desarrollará en los laboratorios del primer mundo, distribuyéndose, como es lógico, entre la población de aquellas naciones. El consuelo: los y las grandes hombres y mujeres de nuestras élites podrán pagar por ella, los demás a lavarnos las manos (los afortunados que tengan agua).
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Epidemia, temblor de 5.8 grados... ¡O señor, detén tu ira, yo no voté por el pan!
...sólo me faltaba ya tener un aborto
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Por si las desgracias fueran pocas, otro golpe al alma nacional:
Redacción El Universal Ciudad de México Martes 28 de abril de 2009 00:32 El conductor y cantante Luis Armando, también conocido como Paolo Botti, presenta desde el pasado viernes síntomas relacionados con la influenza, por lo que acudió este lunes a realizarse algunos estudios. Daniel Bisogno, conductor de Ventaneando, dijo que había un 80% de posibilidades de que Botti estuviera contagiado, pero aún no se sabe si de influenza estacional o porcina.
lunes, 20 de abril de 2009
divertimentos de un hombre solo
Mi compañera no marxista se me ha marchado tres semanas a San Cristobal de las Casas. Ergo, hombre solo, con red, hace lo que un hombre debe hacer: perder el tiempo. Pero en lugar de buscar conejitas o repasar los goles de la jornada, tal como corresponde a un caballero, recuerdo de pronto que deseaba buscar un video desde hace mucho: la cortinilla de la dimensión desconocida.
Un tipo en mi situación, hombre casi maduro, adulto contemporáneo, chavoñor en una palabra, no se dejaría sorprender por un corto de escasos 50 segundos, no vería derrumbarse su hombría y valor por los suelos, tan sólo por ver una serie de imágenes que recordaba con viva impresión desde niño. Entonces era sólo un bobete impresionable... es ridículo dejarse asustar por algo así... los años me han hecho superarlo... todo eso me repetía mientras buscaba el mentado corto, creo que deseando no encontrarlo. Doy con él.
Me paralizo.
jueves, 9 de abril de 2009
el síndrome Bruce Willis
sábado, 4 de abril de 2009
un bobo al sol y un amor que nunca fue
Epílogo
Sin duda, lo mejor del día fue el gesto que tuvieron el Pollo y Karla, que a modo de consuelo me regalaron el "Futbol a sol y sombra" que justo acababan de comprar, ese sí, con dedicatoria. Por ese sí valió la pena la espera. A ambos, gracias muchachos.
lunes, 30 de marzo de 2009
días y noches y años de leer un libro
sábado, 28 de marzo de 2009
los phillies de santo domingo
Pero, ¿el nombrecito? Lo más probable es que al Don de los periódicos la cuestión no le quitara el sueño. Posiblemente ni fuera fan y ni siquiera le gustara el beisbol. Él sólo se calzaba día tras día su misma vieja gorra, con la “P” al centro y de un rojo castigado por el sol y la lluvia, y con ella se le veía, cada mañana, aparecer por la esquina de mi cuadra.
Bigote lacio, barriga tan discreta como la estatura y en la cara esa expresión de buen tipo, la que me dio la confianza suficiente para acercarme a su puesto de revistas y husmear en las ocho columnas de los diarios, fingir interés por la primera plana del Excélsior tan sólo para lanzar una mirada a la señorita en bikini de la portada del Tv Notas o regodearme con el íntimo placer de ver en el Record que el tri había perdido una vez más contra la selección de algún país de no más de diez millones de habitantes. Cada mañana, con la devoción del feligrés, me solazaba en el bello deporte de leer los titulares para enterarme del nuevo ridículo político, narcoejecución espeluznante o escándalo farandulesco, todo en dos minutos, mientras esperaba el micro en esa esquina, sin que fuera raro que se me pasara una o hasta dos, que diablos, de por sí llegaría tarde.
De la nada vino e instaló su enclenque puesto, y con él llenó un terrible vacío, pues no existe otro en muchas cuadras a la redonda. El Don y su mujer, quien a ratos y los domingos le echaba la mano con la chamba, descubrieron que esa era tierra virgen para el evangelio noticioso y ahí decidieron probar suerte. Su expendio era modesto en sumo grado, pero lo escaso del repertorio lo cubrían con lo atinado de la selección: estaban los de cajón, El Universal, el Reforma e incluso el hediondo Crónica, pero también La Jornada, que a menudo se agotaba. Podrían sacar a Cristo de la iglesia antes de que faltara el Record, con sus grandes letras rojas y amarillas y la foto del futbolista que en aquella semana había probado la gloria efímera de siete días. Revistas de manualidades, el TvNotas y el TvyNovelas; Maribel Guardia en la portada de la H y Niurka en la del Órale! Pero el Don era ecléctico, pues junto a la revista de tatuajes estaba el proceso, y entre la National Geographic y la México desconocido encontraba acomodo un pasquín darketo. Lo que distinguía al expendio de los miles de puestos del defe era el paquete de grasas de calzado El Oso que pendía melancólico de un mecate, al alcance de cualquier mortal con cincuenta pesos.
Nuestra amistad comenzó con los temas que cimentan nuestra identidad nacional: echar madres de los políticos y discutir la alineación de la selección. El cariño se lo tomé la mañana en que me enfilaba a una de las asambleas de Obrador en el Zócalo y él, apesadumbrado, me dijo que se iría conmigo si tuviera a quien encomendarle el changarro. De ahí el Don me recibía por la mañana poniéndome al tanto de los desfiguros políticos, comentaba lo duro y lo tupido que estaban los madrazos por la vida diaria y, sobre todo, me hacía partícipe del dolor que le causaba la agonía del futbol nacional.
Maestro albañil de oficio y cruzazulino de corazón, el Don era un feroz lector de la prensa deportiva, pero igual mataba el tiempo con el Reforma o con el Proceso, y más de una vez le caí con una revista de Historia entre manos. Entre nosotros había confianza, más aún, había complicidad, esa especie de lazo comunitario que es raro encontrar en medio del ajetreo y la indiferencia que abruman al monstruo de la gran ciudad. Una mañana jodida el Don no apareció más; la esquina retomó su grisura habitual y el mundo se me volvió de golpe un poco más pequeño. Aún queda ahí, anclado junto al poste, el armazón del puesto, como los restos del naufragio que nos recuerdan, acusadores, como dejamos morir la oportunidad de ser mejores. El Don jugó las nueve entradas, soportó lo que pudo y al final sumó una derrota más. Lo dejamos perder, como al pitcher que se sume en la desolación del montículo, y seguro hoy los Phillies habrán caído de nuevo.
lunes, 23 de marzo de 2009
un lobo en la puerta 2 del foro sol (Radiohead en México. marzo 15/09, primer concierto))
Miro el fuego que se encierra en el hueco de mi mano y por un instante todo es de un rojo deslumbrante, un rojo que prende en la punta del cigarro. Aspiro y con el humo entran en mí los primeros acordes. Levanto la vista y ahí están esas miles de almas gritando a todo pulmón. Todo comienza.
Al fin estamos ahí, una Karla que llega corriendo, una Areli que desfallece de la emoción e Ilse, mi hermana, presa del mismo sentimiento que las arrasa y las fulmina. La adrenalina es muy fuerte, mucho más que la de otros conciertos; eso es presenciar a una banda de culto. Contra los pronósticos y las esperanzas de muchos de nosotros, no es 2+2=5 la que abre, sino 15 step, del In Rainbows, y desde las armonías de arranque comprendo por qué estos cinco tipos revolucionaron el progresivo. –Los de reidiojed son putos-, dije en varias ocasiones durante el día y los días anteriores también, más que como una provocación a la ira colectiva como una medida desesperada por atajar un poco la euforia de Areli, quien se arreglaba como si fuera al evento de su vida, y de disimular mi propio nerviosismo. –Sólo es una gran banda- pensaba mientras salíamos de la casa alrededor de las 5 de la tarde y nos enfilábamos al Foro sol. C. U., Eugenia, División, transborde en Centro Médico. En los rostros del vagón se reproduce el mismo nerviosismo, la mirada furtiva de complicidad, “este güey también va” y los gestos como un lenguaje cifrado que sólo comparten los iniciados de un ritual, de la comunión entre una gran banda de rock y sus feligreses.
Cerca de las seis. Encontramos a Juanin, el de las rastas vaciladoras, montando guardia fuera de la casita de campaña que ha compartido con dos camaradas a la espera del concierto del lunes. Le damos el abrazo solidario a su espera, las palabras de aliento, y nos acercamos a la puerta.
Siete. Nos separamos de Adela y Ángel, quienes entran por otro acceso, y me quedo con la mirada de ambos, llena de esa angustia preconcierto, como niños en cinco de enero, que seguro es muy similar a la que tengo. Tras hacernos de la playerita del recuerdo como buenos fetichistas, decidimos esperar la hora que falta en nuestros lugares. Acceso 2, sección NA-7, fila 2; Areli e Ilse burlan la complaciente seguridad y entran felices con su respectiva grabadora en mano. Al subir las escaleras descubrimos una multitud debajo de nosotros, a ras de cancha, que espera ansiosa.
Siete treinta. Le pido tres cervezas a un individuo de casaca amarilla, lo que me granjea el “uy, que espléndido” de mi carnala. Son doscientos diez, por favor, me dice el caballero, y con el corazón afligido y a punto del soponcio por el shock, me veo obligado a devolver una. ¡Puta!
Siete cincuenta. Me encuentro a dos amigas, Ale y Brenda rocker. Les deseo el mejor concierto de sus vidas. Regreso a mi asiento en el momento en que las luces se apagan y entre la banda prende la primera ráfaga de histeria vocalizada. Kraftwerk, la banda abridora, se arranca con la primera rola. Machine, machine, machine, machine...
Ocho treinta. Llega Karla con la lengua colgante y la respiración cortada. Mata la incertidumbre: claro que trae orgullosa su arquetípica blusa rayada de todos los conciertos. “órale, que chido con la música electrónica. Ahora sí podré hacer mi famoso paso de robot”; como siempre, Karla.
Nueve cuarenta y cinco. Hace cuarenta que Kraftwerk terminó. Buen número el de los cuatro alemanes mitad hombre mitad robot. Los técnicos se llevan casi una hora en montar el escenario, Areli ha ido cada diez minutos al baño por los nervios. Todos fumamos masticando la colilla, pues sabemos que en cualquier momento…
Se apagan las luces y se hace la música. Sin saludo de por medio, sin “buenas noches mexicou”, la banda más importante de las últimas décadas comienza a tocar. El Foro se convierte en el escenario de una ceremonia que no olvidaremos jamás. Todo un mundo fascinante de armonías se despliega ante nuestros oídos. Las cuatro horas de fila por un boleto, los meses de espera, la noche de semivigilia que pasó Areli un día antes por la emoción, todo, absolutamente todo, ha valido la pena, pues al fin estamos ahí, atónitos, casi en trance, y entre rola y rola adquiero conciencia de que estoy en un concierto que hará historia; imagino que así se habrán sentido quienes vieron a Queen en aquel concierto legendario de Puebla y es Are quien me saca de la ensoñación cuando se prende a mi cuello con tal fuerza que me hace daño. Sus uñas se clavan en mi brazo, las piernas se le vuelven de papel. Ilse me mira con ojos desorbitados y contiene el llanto, mientras yo me limito a admirar con reverencia a los tales reidiojed. La luna brilla tenue con un amarillo ocre por encima del escenario; en un momento desaparece y poco a poco, despacio, resurge, con un fenómeno que no atinamos a explicar. Internamente pienso que la luna, como Areli y como mi hermana, es otra gran fan que no puede contener su emoción.